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19 de marzo de 2007

A DIARIO

19 de marzo de 2007
Ayer fui al cine y aunque la película prometía estar bien, debo confesar que me quedé dormido y es que con el cambio de clima la casa se ha puesta bastante calurosa por las noches y desgraciadamente mi dama de compañía se ha enfermado de gripe y ya sabrán cómo está la recámara, así que me quedo despierto hasta tarde y luego el sueño me vence. Sí, vivir en pareja, a veces es bastante complicado. Yo soy ardiente por las noches- es decir, me da mucho calor- mientras que mi dulcinea se mantiene tapada hasta con dos cobijas. Por las mañanas, sin embargo, a mí me da bastante frío y a ella el calor ya no la deja dormir. Otra diferencia es nuestra actuación dentro de la casa. Mientras ella es la mujer que vuela, trapeador en mano, de la sala a la cocina, es un torbellino, no para hasta caer como tabla a la cama- eso sí, muy temprano- yo apenas me muevo, me concentro en mis papeles y libros, resuelvo uno cosa a la vez, a veces no con la prisa con que se requiere. Después del cine llevé a los chavos- mi hijo, su amigo-vecino, mi sobrina Karina- a echarle una mirada a la ciudad desde el llamado “Cerro de la Campana”, símbolo de la “Ciudad del Sol”, donde vivimos. Era una tarde espléndida y la ciudad se veía muy bien, era domingo y la vista era magnífica, hasta la presa con su poca agua lucía encantadora.

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