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19 de noviembre de 2007

MIS CUENTOS COMPARTIDOS EN...


EL 5TO. ENCUENTRO DE ESCRITORES "BAJO EL ASEDIO DE LOS SIGNOS", 2007
Su escote
Y cómo no iba a causar conmoción, ya lo creo. Por eso ahora venimos acá sin tanto entusiasmo, nomás por no dejar. Ay, la María, esa sí que nos hacía concebir que estábamos cerca del paraíso. A las cinco nos instábamos en nuestra mesa acostumbrada. Ella venía primero a pasar el trapo por la tabla y a levantar el pedido. Ya sabía que debía traer los tres tarros de cerveza. Y se iba contoneando su estupendo trasero. Pero lo que esperábamos desde muy de mañana, cuando cada uno despertaba dando gracias a dios por un nuevo día y la oportunidad de volver a verla, era el momento cuando llegaba con los tarros y se agachaba para dejarlos sobre la mesa, era un momento supremo cuando nuestra respiración quedaba como en suspenso, el mundo de antes quedaba detenido…Ahora que la echaron casi nadie viene acá. Nosotros, sus más fervientes admiradores, seguimos ocupando la misma mesa, sólo por nostalgia y cada día dejamos nuestra carta al dueño de la cantina, con una sola petición: que vuelva la María.

LOS MOTIVOS DEL GATO

Esa mañana podría haber sido como todas, la misma rutina de un matrimonio mal avenido, pero hasta cierto punto funcional, con gato mimoso y todo. El hombre de la casa ronca que ronca y la mujer que da vueltas y despertará cansada y de mal humor. Esa mañana, sin embargo, afuera el sol asomaba la cara boba y la casa seguía muda, apenas un murmullo, como un crepitar. Ni siquiera yo me hubiera despertado después de una noche tormentosa en que nadie pudo atrapar a Susú, esa gatita sensual de los vecinos. Varias veces pudo ser mía, pero ella era inalcanzable. Si no fuera por ese instinto de conservación, que afortunadamente no he perdido a pesar de ser un individuo casero, ahí hubiera terminado una de mis oportunidades de atrapar a la bella Súsú. Así que, amigos, no se hagan ilusiones, ella tiene qué ser mía. Por ella, mininos, fui capaz de saltar sobre la cara del hombre y rasgarle varias veces los cachetes, hasta despertarlo. Tendría que agregar que lo hice con placer, pero sería faltar a la verdad, lo cual no es mi estilo.

DE PINTA

Moisés no va a la escuela. Su mamá hincha el pecho cuando piensa en su hijo. Llegará a ser profesionista, no hay duda. Moisés todas las mañanas se desayuna, lava sus dientes y se arregla el pelo. Se va a la escuela. Su maestra ya no lo nombra en la lista. Los niños le dijeron que se cambió de casa, ya no va a volver. Moisés hasta esta mañana ha salido con sus útiles. Pero cada vez le pesan más. Por eso, aunque tal vez con ello se pierdan las ilusiones de su madre, mira sin tristeza, que sus cuadernos se alejan en ese pic-up donde los puso para descansar por fin.


LA DIBUJANTE
Si yo fuera una mujer común, seguramente no estaría contándoles esta historia, alguien la contaría por mí. Tal vez ahí mismo, al abrir la puerta del baño, hubiera caído desmayada y hubiera sido un suculento bocadillo para ese terrible animal. Pero soy dura de pelar. Al vernos ahí frente a frente, lo menos qué pensé es cómo fue que esa fiera acabó aquí en mi baño. Aunque no pierdo las esperanzas de encontrar a ese imbécil, absurdo pintor lo puso precisamente en mi baño, para retorcerle el pescuezo. El león y yo nos miramos, cada uno medía al otro desde una distancia de selvas y ciudades, de civilización y de barbarie. Entonces, como no soy una mujer común, saqué mi lápiz y comencé a borrarlo.

1 comentario:

Beda Dominguez dijo...

hola Esteban,si asi es la cosa te envio por hotmail,mi narracion-cuento,de la ABANDERADA.


SALUDOS.