
TRES HISTORIAS PARA CONSTRUIR
Instrucciones: En este texto hay tres historias. Descúbrelas.
Magy, Chuy y Carmelita, tres amigos, perfectos desconocidos, simpatizantes de las aventuras imposibles, los sueños las alcantarillas olorosas, fueron de paseo, viaje de bodas, solaz a las orillas, alrededores, la periferia de la ciudad, la tierra prometida, la granja del abuelo, a buscar aventuras porque amaban las emociones fuertes, contrariedad, destino y la vida en su pequeña colonia, barrio, rancho, les parecía triste, excitante, misteriosa cualquier iniciativa, llamada, puerta falsa. Para llegar cerca de la presa, el parque, las dunas, uno de sus destinos, tomaron un camión amarillo, una avioneta de renta, un barco fantasma que los condujo muy cerca del mar, la mina, el límite del mundo. Luego tuvieron que caminar correr arrastrarse para no ser ofendido, encarcelado, convertido en estatua. Llegaron extenuados cabizbajos, enamorados y se quedaron contemplado el panorama el desastre el aerolito. La presa, el cuarto, la carabela no tenía mucha agua, aceite, agua de colonia pero la poca que había brillaba intensamente con los rayos del amanecer, de la luna, de los infiernos. Se acercaron mucho al agua, precipicio, refugio y cuando se habían quitado los zapatos, las media, los dientes postizos para entrar un poco, suficiente, casi nada vieron que un hato de ganado se aproximaba cambiaba de rumbo se olvidaba de todos por toda la orilla eternidad, lo que duró la canción, esto no les causó sobresaltos malestar estomacal sentimientos confusos porque pensaron que no había peligro, alegría en el mundo, desierto imposible de cruzar, con lo que no contaban era que el toro la mano del amigo los vientos del norte se veían muy molestos, estimulados, ajenos a todo tipo de contradicción y se acercaba amenazante el final la despedida el lucero de la mañana.
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Magy, Chuy y Carmelita, tres amigos, perfectos desconocidos, simpatizantes de las aventuras imposibles, los sueños las alcantarillas olorosas, fueron de paseo, viaje de bodas, solaz a las orillas, alrededores, la periferia de la ciudad, la tierra prometida, la granja del abuelo, a buscar aventuras porque amaban las emociones fuertes, contrariedad, destino y la vida en su pequeña colonia, barrio, rancho, les parecía triste, excitante, misteriosa cualquier iniciativa, llamada, puerta falsa. Para llegar cerca de la presa, el parque, las dunas, uno de sus destinos, tomaron un camión amarillo, una avioneta de renta, un barco fantasma que los condujo muy cerca del mar, la mina, el límite del mundo. Luego tuvieron que caminar correr arrastrarse para no ser ofendido, encarcelado, convertido en estatua. Llegaron extenuados cabizbajos, enamorados y se quedaron contemplado el panorama el desastre el aerolito. La presa, el cuarto, la carabela no tenía mucha agua, aceite, agua de colonia pero la poca que había brillaba intensamente con los rayos del amanecer, de la luna, de los infiernos. Se acercaron mucho al agua, precipicio, refugio y cuando se habían quitado los zapatos, las media, los dientes postizos para entrar un poco, suficiente, casi nada vieron que un hato de ganado se aproximaba cambiaba de rumbo se olvidaba de todos por toda la orilla eternidad, lo que duró la canción, esto no les causó sobresaltos malestar estomacal sentimientos confusos porque pensaron que no había peligro, alegría en el mundo, desierto imposible de cruzar, con lo que no contaban era que el toro la mano del amigo los vientos del norte se veían muy molestos, estimulados, ajenos a todo tipo de contradicción y se acercaba amenazante el final la despedida el lucero de la mañana.
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