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27 de abril de 2008

EL CUENTO SEMANAL 15

LA PRIMAVERA ETERNA
Esteban Domínguez

Siempre en mis sueños aparecía la muchacha del vestido floreado. De espaldas, el vestido flotaba acariciado por el viento y su cabellera se movía al rítmico contoneo de sus caderas torneadas. Nunca le vi el rostro.
Será mejor así me digo. Y claro que es mejor, sino me pasaría la vida tras sus huellas, quién sabe en qué país remoto estuviera ya, porque una mujer así no es posible dejar ir así como así. Nunca la tengo tan cerca como para sentir su olor, que debe ser suave, discreto pero que igual, si tan sólo fuera un hilito de olor, lo atesoraría por siempre en mi intimidad. He conocido algunas mujeres. Mujeres de piel ardiente, de piel cercana a mis deseos. Mujeres con las cuales hemos escrito algunas buenas páginas de amor. Pero ninguna dejó tan fiel recuerdo como esta mujer anónima entre las miles a las que he adorado, las más de las veces, distante, desde mis ojos en soledad, en silencioso amor a esas bellas de día o de noche. Cuando ocurrió lo de la mujer mi vida ya tenía historia. Podría esperar cualquier cosa, menos sentir este vuelco tan remoto a esta edad, ya definitivamente sepultado en el mar de los recuerdos. Lo más cercano que estuve de ella fueron como tres metros. Su espalda morena era amplia, delgada y su vestido lo recuerdo así, vuelo del aire, suave, de tela barata, pero tenía esa muchacha un garbo al caminar, un don de ángeles. Hay decisiones de las que uno viene a arrepentirse siempre. Yo la hubiera seguido, hasta dónde fuera, y hubiera encontrado cualquier pretexto para estar a su lado, hilvanar alguna plática vana, pero hablarle, no sabía cómo en esos momentos, pero hablarle. Pero no lo hice. Ahora su recuerdo brilla como un faro en la más oscura noche, con tal de que mi historia no sea un naufragio lamentable. Esa mujer no tiene nombre pero es más real que cualquiera. Y es que cuando la recuerdo, sube a mi memoria la sensación de estar por vez primera a ante una mujer, la sola mujer.

1 comentario:

nacho dijo...

Esta suave: el cuento como evocación del deseo, como configuración de un ideal amable.
saludos desde lo nocturno...
nacho m.