A DIARIO 28 DE SEPTIEMBRE DE 2008

Hoy subí de un tirón el Cerrito de la Virgen y no es que tuviera urgencia de un diálogo con la Gadalupana o de aventarme un rosario. Fue un simple impulso. De un tiempo para acá me gusta seguir mis impulsos, es algo que no me había permitido y es rico hacer algunas cosas sin tanta planificación. Mi hijo tomó la foto desde abajo. Si alcanzan a verme, soy el que está recargado en el barandal, apenas una sombra. Pues bajé con las piernas temblorosas. Lo que hice arriba del cerro o lo que pensé allá queda reservado. Después de esa subida me fui a casa de mi amigo Nacho Mondaca, presidente de ESAC y estuvimos echando un rico café e intercambiando información. Luego nos fuimos al fin del mundo a visitar a un escritor que está enfermo y ya pronto entrará a cirugía. ¿Saben que entiendo que quiera conservar su independencia y encierro?, es que llega a ser incómodo. Me dio gusto que mi presencia no le fuera molesta, estuvimos mucho con él y fue grato hacer esta visita. No somos grandes amigos, ni creo que lo seremos algún día, pero como miembros de esta afición abierta a la escritura, nos reconocemos y estimamos. Espero que se recupere pronto. Nos estaba mostrando todos los requisitos que hay para ser donador y pues no, hay muchos de ellos que me descalifican, pero vamos a tratar de conseguir algún donante. Me regaló un libro de cuentos. Pues esta visita me muestra una de las facetas del escritor, su tendencia a la soledad o a quedarse solos, a veces me pongo a pensar que para muchas mujeres es dificil aceptar la condición de un escritor, es decir, su personalidad: nos hacemos enojones, tenemos manías, nos olvidamos del mundo cuando nos metemos a escribir y no pensamos en hijos, mujer, etc. Andamos en eventos, giras, cursos, entrevistas, presentaciones, encuentros, festivales, etc, como si en ello nos fuera la vida y sí nos va, pero muchas mujeres no lo comprenden, entre ellas una que vive conmigo. Muchos matrimonios terminan bien, otros duran toda la vida, o algo asi dice un dicho. Pues no sabemos para dónde nos lleva la vida.