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8 de marzo de 2009

EL CUENTO SEMANAL


Multan a un peatón por atropellar a un motociclista
Esteban Domínguez

A menos que estuviera loco uno de los dos, podría ocurrir. Lo corriente es que las escopetas les tiren a los patos, que la lluvia caiga para abajo, que los gatos sean perseguidos por los perros, que el sol salga de día… Así que está difícil concebir que un peatón atropelle a un motociclista. Yo no participé en los hechos pero lo vi todo así que si confían un poco en lo que un ficcionario pueda decirles, aquí se los cuento:
Ocurrió sin chiste, los parroquianos que asistimos tarde a tarde a ese café de céntrica avenida no esperábamos más acontecimiento que la caída de la tarde como tantas veces luego las despedidas después de tratar tantos temas ni quién lo duda la mar de profundos aunque a la mayoría de nuestras queridas esposas eso las tiene sin cuidado. Recuerdo que Paco, Enrico y Beto ya guardaban un silencio de esos pasmosos después de acalorada discusión en torno a la muchacha nueva del servicio si el café estaría bueno porque era o no era virgen. Yo en mi mente seguí la discusión porque nunca doy por terminada una buena discusión aunque me quedé callado la mayor parte de las veces. Ahí seguían batallando el tigre y la paloma cada uno luchando por su vida. Entonces Paco, al que ya desde antes se le notaban trazos de locura- hay que recordar nomás cuando trató de incendiar su casa porque según él ahí habitaba el diablo- sin mediar palabras porque entre nosotros muchas cosas estaban dichas, se puso de pie sacudió su huesudo cuerpo y salió.
Lo vimos pasar desde el ventanal, era de nuestro equipo, ya le íbamos a retirar el adiós de nuestra mirada cuando se dirigió al motorista que aparcaba en la esquina, Paco no hizo alto, se siguió de frente, trepó por su espalda, trepó a la moto y apareció su pelonera por el otro lado. Todo fue en una fracción de segundos que bastó para mantenernos al borde del asiento y para que ese periodista tuviera el tiempo suficiente para armar su nota curiosa del día. Afortunadamente el motorista no presentó cargo contra nuestro amigo porque no hubo daños físicos ni en propiedad ajena.

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