Curiosamente me estoy levantando más temprano y llego más tarde a la oficina. Lo que pasa es que por las mañanas me voy a la cafetería del hotel Colonial y leo algún cuento. A veces no leo nada como antier que estuve a plática y plática con Gloria del Yaqui (¿Quién no conoce a Gloria del yaqui?, podría ser un buen título de cuento) y un señor mayor, creo que hermano de Miguel Méndez. Hoy si fui a leer. Tengo una antología del cuento hispanoamericano, de la editorial Porrúa. Se las recomiendo. No he avanzado mucho en este libro. Estoy en la parte de los escritores nacidos y fallecidos entre 1880 y 1920, más o menos. Son cuentos con una fuerte carga de romanticismo, soporíferos, descriptivos, abundantes, otra estética, algunos con rasgos de realismo, como "la compuerta no. 12" del chileno Baldomero Lillo, que yo creía que daba para más, pero resultó demasiado sobrecargado y además se rompe a cada rato la narración porque se asoma mucho el autor para hacer sus comentarios donde plasma la visión desgarradora de la mina, se notan los costurones. Luego un cuento de José López Portillo y Rojas, donde se enfoca a algunas costumbres de clase pudiente de la cd de México, de la época porfiriana, también por el estilo del anterior autor. En fin, por disciplina voy a leer todo este grueso volumen, pero creánme que con gusto le daría vuelta por lo menos a la mitad del libro (unas 300 páginas es la mitad). Hay algunas antologías que las he leído del final para atrás. Otras las leo combinando un cuento del principio, uno del final. Creo que uso mi derecho a leer como me dé la gana. En la oficina me agoté muy rápido, de tantos oficios que hice y revisé. Por la tarde me quedé en casa a pesar que tenía una reunión con los escritores de la A.C, ni modo, ya les daré mis disculpas. Sólo les digo que ya no pude salir. Hay días así.
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