Unos timadores sordomudos
Esteban Domínguez
— ¿Así que ustedes son los timadores? Pues ahora me han designado para interrogarlos. Ya me dijeron mis compañeros que los tres son sordos y mudos, para rematarla. Pero presten un poco de atención, ¡Ey mírenme bien!
Esto lo dije de puro trámite porque si era cierto que eran sordomudos, las palabras salían sobrando, así que mientras lo decía me iba desabrochando la blusa. Ya había captado toda su atención cuando el segundo botón había saltado a un lado. Cuando terminé con el último botón estaban haciendo gestos desesperados y no me detuve. Aventé la prenda por un lado y proseguí a desabrochar el sostén que fue a dar a un rincón. Ellos ya tenían los ojos desorbitados y emitían las primeras palabras. No hubo necesidad de mostrarles más de mi personalidad porque con unos cuantos meneos más ya estaban gritando que parara. Lo demás fue fácil, mis compañeros policías les sacaron la mejor confesión.
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