El sábado por la mañana, después de abonar en un tienda conocida y de entracalarme más con unos zapatos, me fui al multicitado Parque Madero. Una magnífica mañana. Cámara en mano recorrí un buen trecho hasta llegar a la fuente. Un magnífico espectáculo porque los rayos del soy y el movimiento del agua provocaron un tremendo arcoiris. Ahí me quedé un buen rato. La brisa me llegaba a ráfagas. Tomé varias fotos con esa minicamarita. Esta que ven aquí son de naranjas agrias. Me interesaba fotografiar a un pajarito que andaba por ahí pero era tan pequeño e inquieto que me rendí después de andarlo correteando por varios árboles y terminé retratando varios frutos de los naranjos. Entre tanto, el perfume de los azahares me invadía todo. Recordé mis años de univversitario cuando vivía a una cuadra de aquí. Al abrir los balcones entraba el aire cargado de este perfume. Me encantaba y me sigue gustando esta fragancia. A propósito de olores, estoy releyendo la novela El perfume de Süskind. El sábado tuvo sus momentos gratos como ese encuentro que aunque fugaz, dura todavía en mi mente tan vivo como si fuera hoy. La otra fotografía que les muestro la tomé furtivamente en Plaza fantasía- en el centro de Hermosillo-, una tienda que en un tiempo era librería pero que ahora se dedican más bien a venta de cosas relacionadas con la brujería y esas cosas. Es increíble el surtido de mercancía que tienen, vitrinas y vitrinas repletas de cosas, sobresalen fragancias y productos varios para el amor, la fortuna, el trabajo. Me llamó la tención que se mantiene atiborrada de gente esta tienda. Ahí la visitan, me cuentan cómo les fue.
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